La creatividad es un proceso intrínseco al
propio diseño del cerebro humano. Tanto es así que todo ser humano es creativo,
capaz de producir cosas nuevas. Y de hecho todo el mundo puede crear y crea
todos los días. El lenguaje, por ejemplo, ya lo señaló Noam
Chomsky, es un instrumento poderosamente creativo, ya que con él siempre,
tanto cuando se habla como cuando se escribe, se engarzan palabras o se
construyen frases de un modo único, nuevo y personal. Nadie lo hace de modo
idéntico. Y eso ya es crear. Es más, cuando un niño coge uno de esos
juguetes consistentes en múltiples piezas que se pueden engarzar para construir
casas, esculturas, barcos o puentes, de forma sólo guiada por su imaginación,
está creando algo nuevo que antes no existía. La creatividad es, pues, en su esencia, un
proceso individual, y ello da lugar a que la categoría de los valores o logros
que puedan alcanzarse dependa mucho de qué cerebros son los que crean. Todos los seres humanos somos creativos aunque algunas personas tienen, en su más alto grado, ese
ingrediente en sus cerebros que llamamos impulso creativo, cuyo uno de sus componentes principales es la cognición, es decir, las cualidades
o capacidades de la persona que tras mucho trabajo, dedicación y enorme talento
es capaz de alumbrar una idea nueva. Otro componente de ese impulso creativo es la
emoción, esa fuerza no específica que tienen todas las personas y que les lleva
a reaccionar ante cualquier estímulo, sea éste placentero o doloroso, y a
luchar y defenderse. La emoción es la hoguera que nos mantiene
vivos. La
emoción es el «aguijonazo» que mueve a resolver cualquier incógnita de modo
creativo. (Francisco Mora Teruel).
La inteligencia es,
sin duda, otro componente de ese proceso que llamamos creatividad. La
inteligencia es como un foco de luz, capaz de iluminar las cosas o los
pensamientos y sacarlos de las sombras. Es la herramienta capaz
de hacer aflorar conocimiento, pero conocimiento con aplicabilidad clara y casi
inmediata. Es «la capacidad de adaptarse al mundo que te rodea». (Francisco Mora Teruel). La creatividad, en su más elemental acepción, ya
nace en los cerebros como un código de funcionamiento capaz de ser activado por
los estímulos nuevos con los que se enfrentan los seres vivos y la capacidad
de, a partir de ellos, elaborar y crear nuevas respuestas. Ese código, por
ejemplo, ya elabora la curiosidad, que es el mecanismo cerebral, emocional, que
lleva a los mamíferos a explorar, a buscar nuevos estímulos y con ellos
descubrir cosas nuevas. Precisamente, ser investigador, en cualquier
campo de la ciencia, o alcanzar cotas notables en el campo del arte, sea
pintura, escultura, literatura o música, requiere esencialmente ser curioso. (Francisco Mora Teruel).
Aparte de los ingredientes que acabamos de
comentar (la inteligencia, la emoción y la curiosidad), el ser humano alcanza
sus capacidades creativas con registros cerebrales múltiples que incluyen los
mecanismos de la atención, el aprendizaje y la memoria, la abstracción, el
razonamiento y el lenguaje. (Francisco Mora Teruel).
Un grupo de investigadores han revolucionado la concepción de la
creatividad mostrando que realmente ésta surge como consecuencia de la
cooperación entre dos redes neuronales: la red neuronal por defecto y la red de
control cognitivo. Ambas redes cooperan para la creación de nuevas ideas, así
como para la evaluación y posible modificación de las mismas. De esta forma, el
cerebro se adapta a nuestras necesidades.El equipo ha publicado en la revista Trends in Cognitive
Neuroscience un trabajo en el que han realizado un profundo análisis sobre las redes
neuronales.Las neuronas cooperan durante diversos procesos cognitivos vinculados
con la creatividad, el fomento de la creatividad “real” implica el
desarrollo de las capacidades de contravenir lo establecido, de romper con las
normas previas y ver mucho más allá de lo convencional. Anabel
Paramá.
Durante la investigación, publicada en la revista
científica estadounidense Proceedings of the National Academy of Sciences (más
conocida como PNAS), Beaty encontró que el pensamiento creativo ocurre al
interior de tres redes. Estas redes son: la red neuronal por defecto, que se
utiliza cuando el cerebro está imaginando; la red de control ejecutivo, que se
activa para tomar decisiones; y la red de prominencia, utilizada para discernir
la importancia de una cosa y que funciona como un interruptor entre las otras
dos redes. Es decir, el pensamiento creativo implicaría la cooperación entre redes
cerebrales asociadas al pensamiento espontáneo (red por defecto), el control
cognitivo (red ejecutiva) y los mecanismos de recuperación de información a
través de la memoria semántica (red de asignación de relevancia), (Beaty
et al., 2015).
Eureka, el cerebro creativo en acción. Las redes neuronales que son la base de los
procesos mentales tienen en su esencia el cambio constante. Determinadas
áreas cerebrales (tanto corticales como subcorticales) han sido
destacadas como nodos clave de esas redes. Éstas son la corteza prefrontal, la corteza cingulada anterior y también hay
ciertos núcleos de donde se localizan las neuronas que son
el origen de los sistemas de catecolaminas (dopamina, noradrenalina y
serotonina). Estos neurotransmisores son liberados en diferentes áreas de la
corteza cerebral, a la que «despiertan y alertan», y participan en ella y en
cada circuito específico en el procesamiento de información. (Francisco Mora Teruel).
En particular, la corteza cingulada anterior
y la corteza prefrontal participan en la elaboración de planes inmediatos o
futuros a los que es intrínseca la creación de estrategias nuevas.
Específicamente, la actividad de la corteza cingulada anterior ha sido
relacionada con la integración de varias vías de información relativas a la
recompensa y el placer, la memoria de situaciones anteriores parecidas y la
preparación de la ejecución de una conducta determinada. Es un área que se
activa cuando la persona se encuentra en plena focalización de la atención y
durante un proceso de razonamiento y búsqueda de soluciones a problemas
concretos y determinados, sean éstos los planteados por un juego o por un
teorema matemático. La corteza prefrontal, por su parte, engloba muchas
otras áreas que son clave en la elaboración de multitud de conductas que tienen
que ver sobre todo con las interacciones sociales, la creación y la
clasificación de valores, las relaciones estímulo-refuerzo, la planificación
del futuro o la secuencia de razonamientos acordes a un plan o logro inmediato
o futuro, o también depósito de situaciones anteriores vividas y experiencias
emocionales. Otras áreas cerebrales, como las cortezas parietotemporales
(áreas de asociación) o algunas otras áreas muy específicas, tienen que ver con
matices del ingrediente emocional, como son la corteza orbitofrontal, la
corteza prefrontal medial o la amígdala. (Francisco Mora Teruel).
Es importante destacar que el cerebro no
posee un sistema anatómico específico dedicado exclusivamente al proceso
creativo. La creatividad, al igual que la ética, la belleza, la toma de
decisiones o la capacidad de imaginar o razonar, no existe como tal en ninguna
parte «física» del cerebro. Crear significa tener la capacidad de
emocionarse y razonar, aprender, recordar, imaginar, y todas estas son
funciones cerebrales cuya elaboración se encuentra distribuida en áreas,
circuitos y redes neuronales cuya actividad, en códigos de tiempo, comparten y,
a su vez, son reclutadas para múltiples otras funciones. Posiblemente, el acto
creativo –la creación– está escrito en códigos que reclutan muchas y diferentes
redes neuronales hoy desconocidas y que son, además, cambiantes con el tiempo. (Francisco Mora Teruel).
La innovación es una consecuencia del proceso
creativo. Innovación es creatividad aplicada.
Innovar es transformar, cambiar, dar una nueva perspectiva a lo creado y
hacerlo altamente adaptado a la sociedad o al mercado específico del que se
trate. Innovar es, en esencia, todo proceso que sigue a la creatividad y es motor
básico en el desarrollo de las sociedades transformándolas y transformando con
ello, a su vez, la cultura en que se vive. La innovación, como la creación,
es un proceso individual, pero siempre realizado en un contexto y una
institución, sea una industria, un banco o una institución académica. (Francisco Mora Teruel).
Sin duda que el ambiente en que cada ser
humano ha tenido la oportunidad de vivir es determinante. (Francisco Mora Teruel).